La campaña de trigo 2025 comienza marcada por un doble golpe: el impacto climático que impide avanzar con normalidad en la siembra y un escenario económico adverso, especialmente en los campos alquilados, donde el cultivo da pérdidas netas de 61 dólares por hectárea, según los últimos cálculos difundidos por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
La Guía Estratégica para el Agro (GEA) indica que el 40% de la región núcleo muestra excesos hídricos y suelos saturados. En ese contexto, la siembra apenas avanza con un 2% del área implantada, cuando el año pasado a esta altura ya se había cubierto el 12%. La postal productiva de mayo 2025 contrasta con la de mayo 2024, cuando las lluvias habían sido mínimas: solo 8 mm promedio contra 110 mm actuales. Y algunos registros superan cualquier antecedente: Chacabuco recibió 498 mm, más del doble del récord anterior de 2015.
La siembra se enlentece y la intención de siembra se enfría en el norte bonaerense
Si bien la BCR proyecta un aumento del 10% en la superficie sembrada, con un total estimado de 1,66 millones de hectáreas, la situación es crítica en el norte bonaerense, donde el exceso de agua compromete el 20% de esa superficie. Los técnicos advierten sobre una posible caída significativa en esa región clave, mientras que en otras zonas los productores siguen apostando por el cereal.

Desde el sureste de Santa Fe, los asesores agronómicos alertan que “no debe llover más” si se quiere sembrar a tiempo. La humedad acumulada ya dificulta el trabajo: se entierra más rastrojo, la siembra se vuelve lenta y hay problemas de disponibilidad de semillas de ciclo corto. Algunos lotes incluso ya recibieron fertilización con urea, lo que agrega presión a las decisiones productivas.
En General Pinto (noroeste bonaerense) la incertidumbre es total: no se ven sembradoras ni hay demanda de insumos. “Es una incógnita cuánto se va a sembrar”, dicen los técnicos de la zona, reflejando el freno que provocan tanto el clima como la falta de incentivos económicos.
El excel del trigo: números en rojo para el productor que alquila
Según los datos actualizados al 28 de mayo, la rentabilidad del trigo en campo propio alcanza los 90 u$s/ha con rindes de 40 quintales por hectárea. Sin embargo, en campo alquilado, la ecuación se invierte y el resultado es negativo: -61 u$s/ha de renta neta. Un año atrás, la historia era otra: el trigo valía 23% más en dólares, lo que impulsó una mayor intención de siembra.
Hoy, los márgenes ajustados enfrían el entusiasmo. El cultivo ya no seduce en soledad, pero sigue cumpliendo un rol estratégico dentro de la rotación agrícola, especialmente cuando se lo combina con una soja de segunda. En ese esquema, el productor recupera margen: se proyectan 397 u$s/ha en campo propio y 37 u$s/ha en campo alquilado.
La humedad y el enfoque rotacional sostienen la apuesta triguera en otras zonas
Pese al mal clima y los márgenes flacos, en muchas localidades la rotación de cultivos sigue empujando la siembra triguera. En Carlos Pellegrini (Santa Fe) ya se activaron las sembradoras, con intenciones de ampliar un 10% el área respecto a 2024. En Corral de Bustos (sudeste cordobés) la lectura es similar: “el contexto económico no entusiasma, pero la humedad en el perfil y los beneficios agronómicos hacen que muchos mantengan el trigo en la rotación”. En Bigand, también en la provincia de Santa Fe, la intención es sembrar un 10% más que el ciclo anterior.
Desde Colón, en el norte bonaerense, los asesores afirman: “si no podemos sembrar trigo, haremos maíz temprano para sostener la rotación de gramíneas”. Esta alternativa gana terreno, especialmente considerando que el maíz temprano presenta márgenes más alentadores, aunque también acotados: 434 u$s/ha en campo propio y 89 u$s/ha en campo alquilado, con un rinde proyectado de 100 quintales por hectárea.
En resumen, el trigo 2025 transita un arranque cuesta arriba, entre lluvias que complican las labores de implantación, márgenes que desalientan la inversión en campos arrendados y un escenario comercial menos atractivo que el del año anterior. Sin embargo, su rol dentro del esquema de rotación, la disponibilidad de humedad en el perfil y la posibilidad de combinarlo con soja de segunda le dan aire a un cultivo que sigue siendo estratégico, aún en tiempos difíciles.