Números que alarman y que alumbran un nuevo esquema político

Todas las miradas de la política se han posado esta semana en la interna del PRO y sus posibles derivaciones en Juntos por el Cambio. El discurso de la unidad garantizada de la coalición ha entrado en zona de turbulencias.

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INCERTIDUMBRE

“En el larretismo hay preocupación. Crecen las miradas críticas sobre el rumbo de la campaña y el mensaje de “paz y amor” que hoy parece no sumar. Incluso, le reclaman al jefe de Gobierno que su proselitismo tenga “un propósito”.

Patricia Bullrich lo tiene, Javier Milei también, Horacio no lo muestra con claridad”, sostienen. El párrafo es de la nota de la semana pasada ante la incertidumbre sobre el rumbo de la candidatura presidencial del jefe de gobierno porteño. Ahora, ya tomó la determinación que menos quería Mauricio Macri y desató el huracán.

Se tejen todo tipo de razonamientos para entender el comportamiento de Horacio Rodríguez Larreta. Y se llega hasta la influencia del propio Sergio Massa en esta versión. Como si no tuviera suficiente con los vericuetos de la economía, al ministro le atribuyen responsabilidad en las maniobras de su gran amigo.

“Sergio le prometió a Cristina Kirchner que él se iba a encargar de partir a Juntos por el Cambio”, cuenta un dirigente con acceso al quinto piso del palacio de Hacienda. Quizá se trate de una nueva elucubración con pocas posibilidades de ser cierta. Ahora, es interesante analizar el fondo de lo que puede empezar a conformarse en la Argentina.

RELACIÓN DE FUERZAS

Sin Mauricio Macri ni Cristina Kirchner en el escenario electoral, el tablero será distinto. Con los votos duros del PRO que con claridad migran a Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta no tenía otra opción que ir a buscar a los desencantados.

Entre ellos los del Frente de Todos que alguna vez creyeron en la ancha avenida del medio. Salirse de las puntas para enfilar hacia el centro. En la búsqueda de su propio electorado. Dejar de ser alfil para convertirse en rey. Aunque más no sea de un reinado acotado.

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El paso de Larreta puede haber sido el primero para la generación de un nuevo mosaico de relación de fuerzas políticas. Con miradas similares, quién podría negar la concurrencia de Massa, Gerardo Morales, dirigentes del radicalismo como Martín Lousteau, el propio Larreta, Diego Santilli, peronistas de centro como Juan Schiaretti o Juan Manuel Urtubey.

Por otro lado, el pensamiento de centroderecha podría agruparse alrededor de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Miguel Pichetto, Joaquín De La Torre, José Luis Espert y Ricardo López Murphy para sólo mencionar algunos nombres.

En los extremos más notorios quedarían los duros de Cristina Kirchner ya con menos peso electoral y en la otra punta, Javier Milei, quien deberá en la próxima elección, aún si ganase, demostrar su capacidad para generar institucionalidad. Entiéndase que los nombres son sólo un puñado de muchos otros que podrían ubicarse en cada uno de los espacios.

SONDEOS

Es probable que aún esta elección no termine de amoldar el nuevo mapa. Quizá sea el punto de hervor que necesita para alumbrarse la Argentina que viene.

La multiplicidad de encuestas que surgen por estos tiempos tienen la relativa importancia de oficiar como generadoras de clima. Importantes son aquellas que se encargan pero no suelen ver la luz pública.

Circulan en pocos despachos y sólo se deciden ponerlas en evidencia cuando algún dato favorece al tenedor de la misma. Una de ellas es la que poseen Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Kirchner en sus oficinas. Y certifica el escenario actual de los tres tercios. Pero con números muy preocupantes para el oficialismo, tal como se adelantó en esta columna hace quince días.

Por primera vez en el año, según este sondeo -se preserva el nombre de la consultora por las razones esgrimidas en el párrafo anterior- el Frente de Todos no llega al 20 (18,7%) por ciento de intención de voto.

Allí Cristina Kirchner sigue siendo la dirigente más valorada del espacio con números que mantiene, mientras que Massa y Alberto Fernández no logran recuperar su imagen. Al contrario.

El trabajo es de los primeros días de abril, antes del episodio contra Sergio Berni y de la determinación de Horacio Rodríguez Larreta. En el mismo, el nivel de indecisión trepa a casi el 32%. La intención de voto de Juntos por el Cambio supera el 23%, mientras que el posible voto de la Libertad Avanza llega al 20,8%.

Con estos números, se entiende por qué importantísimos empresarios de la Argentina ya dicen en privado que Javier Milei entra al ballotage y habrá que ver contra quien se enfrentará. Lo dijo también Mauricio Macri ayer mismo en La Rural.

AVANZA MILEI

Dentro de la interna de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich (56%) se impone a Horacio Rodríguez Larreta (27%) con mucha claridad. Casi lo dobla. Mientras que entre Facundo Manes y Gerardo Morales alcanzarían el 15% de los votos de esa interna.

Es una foto dentro de la larga película. En cualquiera de los casos, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio deben darse una política para con la irrupción de Javier Milei en el escenario. Siempre hay dispuestos en salir en auxilio del “ganador”. En eso están. Desde el peronismo bonaerense agitan posibles encuentros con el libertario. En Juntos por el Cambio intentan convencer al economista de las bondades de no llevar candidato a gobernador bonaerense. Le dicen que sería la mejor manera de no quedar pegado al discurso de aquellos que sostienen que podría ser funcional al kirchnerismo.

Para entender la profundidad de la resistencia de Javier Milei a emparentarse con los K, hay que ir unos años atrás. Comienzos de la década del 2010 cuando un hombre muy cercano a Cavallo y a Eduardo Eurnekian, Guillermo Francos, presentaba una fundación basada en ideas libertarias. Entre los presentes había representación de diversos linajes. En un momento pidió la palabra un joven, hasta ese entonces, poco conocido. “Hay que terminar con el Ku Klux Klan de los K”, dijo en tono eufórico. ¿Quién era? Javier Milei.

 

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