Antes de la medianoche de Argentina, Trump sumaba 94 electores, mientras que Biden alcanzaba 122, ambas cifras muy lejanas de los 270 que necesitan para ganar la Presidencia en el Colegio Electoral. Por ahora, ninguno de los estados considerados clave para llegar a la Casa Blanca tenía un ganador claro.
Varios de estos estados clave ya habían cerrado las mesas y comenzado el escrutinio -como Florida, Georgia y Pensilvania- pero el escrutinio avanzaba muy parejo y los canales de televisión no se atrevían a proyectar un ganador.
El ejemplo más claro, una vez más, fue la sureña Florida.
Tras un escrutinio rápido que se ralentizó al alcanzar el 90% de los votos, el presidente aventajaba por 2,4 puntos porcentuales al candidato opositor, un resultado parcial que reactivó el optimismo en la campaña oficialista, según informó el canal conservador Fox News.
La sorpresa fue el estado tradicionalmente republicano Texas, aunque venía siendo pronosticada por los sondeos hace semanas.
Con el 64% escrutado, Biden y Trump mantenían un empate técnico, un resultado extremadamente inusual que los analistas atribuían al voto anticipado récord, que en el estado sureño superó el 100% de la participación total de 2016 en ese distrito.
Debido a la pandemia, la votación anticipada se convirtió en un elemento central de esta elección, no solo en Texas.
Los votantes que hoy sufragaron en persona se sumaron a 102 millones de estadounidenses que votaron por anticipado en las últimas semanas, un asombroso número récord que representa el 73% de la participación total de las elecciones presidenciales de 2016 y que refleja los temores al coronavirus.
Biden, de 77 años, llegó a las elecciones en mejor posición que Trump, ya que tiene muchas más combinaciones posibles de estados que ganar que le permitirían llegar a los 270 votos en el Colegio Electoral, incluso sin Florida, mientras que el republicano, de 74 años, parecía tener en las encuestas un camino más estrecho, aunque no imposible, hacia su reelección.
Poco antes de conocerse los primeros resultados, una encuesta nacional de boca de urna reveló que la economía fue la principal preocupación de los votantes, seguida por la desigualdad racial y el brote nacional de coronavirus, según difundió el canal CNN.
Elaborado por la consultora Edison Research para los principales medios de Estados Unidos, el sondeo mostró que una mayoría de los votantes, un 34%, mencionó a la economía como el asunto que más influyó en su voto.
Además de las presidenciales, la otra elección que mantenía en vilo a Estados Unidos era la renovación de un tercio del Senado, una serie de comicios que podrían cambiar el color político de la cámara alta del Congreso a favor de los demócratas.
Durante los últimos dos años, los republicanos tuvieron una mayoría de 53-47, pero hoy se pusieron en juego 35 bancas, 23 en manos de ellos y 12, de los demócratas.
Por el momento, apenas cinco bancas fueron proyectas por los medios de comunicación y en todas ellas ganó el candidato a la reelección, incluso el titular de la bancada oficialista, Mitch McConnell.
Con más del 55%, el principal negociador de Trump en el Congreso retuvo su banca, tras enfrentar a la demócrata Amy McGrath, quien recibió una lluvia de dólares de todo el país en una campaña que ganó atención nacional como pocas.
Muy pocos dudaban hoy que los demócratas repetirán su mayoría holgada en la cámara baja y el canal Fox News incluso proyectó que ganarían cinco bancas más, lo que representa una gran victoria para la presidenta de ese pleno, la demócrata Nancy Pelosi.
Por eso, si la oposición logra finalmente cambiar el color político del Senado, será la primera vez en una década que ese partido controle ambas cámaras del Congreso.
Trump, acosado por su manejo del coronavirus en el país más afectado por la pandemia, con más de 232.000 muertos por el virus, comenzó la jornada con gran optimismo, e incluso predijo que su desempeño sería mejor que en 2016, cuando logró la Presidencia contra todos los pronósticos imponiéndose en casi todos los estados más decisivos.
Pero durante una visita a la sede central de su campaña, en el estado de Virginia, habló en tono más grave.
“Ganar es fácil, perder nunca es fácil, no para mí, no lo es”, admitió.
El mandatario dejó abierta la posibilidad de dirigirse a la nación esta noche, incluso si no aún no se conoce el ganador de los comicios.
La cantidad récord de votos por anticipado podría hacer que por primera vez en 20 años los estadounidenses se vayan a dormir sin saber quién gobernará el país los siguientes cuatro años, es decir sin las proyecciones de las cadenas de TV que desde hace décadas predicen al próximo presidente antes de que se cuenten todos los votos.
Biden había anunciado un discurso para la noche desde su casa en el estado de Delaware, pero, horas antes del horario previsto para darlo, lo puso en dudas.
“Si hay algo de lo que hablar esta noche, hablaré. Si no, esperaré hasta que los votos se cuenten al día siguiente”, dijo Biden, citado por CNN.
“Soy supersticioso y no me gusta predecir qué resultado va a haber hasta que suceda, pero estoy confiado”, agregó, luego de haber cerrado su campaña horas antes con una última visita a Pensilvania, uno de los estados que se espera defina esta elección.