Llegó el día después. Hoy es noticia la caída de las acciones argentinas en Wall Street, el derrumbe de los bonos y un dólar que se dispara marcando una nueva devaluación para el peso argentino superior al 20%. Todo eso luego de una “muy mala elección” del oficialismo, tal como lo definió el propio líder de Juntos por el Cambio, el presidente Mauricio Macri. Alberto Fernández, el candidato del Frente de Todos, obtuvo poco más del 47% de los votos, es decir que lo acompañaron casi 5 de cada 10 argentinos, lo que lo ubicaría, en el caso de mantener estos guarismos en la elección de octubre, en vencedor de la elección primaria y se consagraría como próximo presidente de todos los argentinos.
En declaraciones periodísticas, Miguel Ángel Pichetto, ahora candidato a la vicepresidencia por Juntos por el Cambio, aseguró: “No hemos tenido los votos de la zona centro del país, que son las regiones productivas agropecuarias, que siempre habían acompañado a Macri”. Esa es la foto de hoy, un país prácticamente pintado de los colores del Frente de Todos, con sólo dos globos amarillos perdidos en un mar celeste: la Ciudad de Buenos Aires, que mantendría Horacio Rodriguez Larreta, y la provincia de Córdoba, donde si bien cayó la popularidad de Macri, logró mantener el liderazgo.
Alberto Fernández quedó a un paso de ser el próximo presidente de la Argentina y eso se debe en gran parte al acompañamiento que tuvo en todas las regiones productivas del país. En las elecciones generales de 2015, Cambiemos tuvo un núcleo muy duro en la zona centro del país, de oeste a este: Mendoza, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos fueron provincias netamente amarillas y también debería contemplar para este primer análisis que San Luis y Jujuy fueron provincias cooptadas por otras fuerzas políticas.
La zona centro es netamente productiva, Cuyo tiene una fuerte raigambre vitivinícola y Córdoba y Santa Fe son provincias agrícolas -ganaderas con fuerte presencia de lechería-; las mismas actividades que Entre Ríos maneja a nivel productivo, a las que suma otras regionales como por ejemplo la citricultura.
Hacia 2017 la situación mejoró aún más para Cambiemos: en las elecciones legislativas logró el apoyo de casi todo el país y fueron muy pocas las provincias que lograron poner legisladores, para ese entonces bajo denominaciones más cercanas al peronismo.
La crisis de 2018, la devaluación y una crisis económica que aún continúa generaron un cambio rotundo en toda la Argentina que se plasmó en las elecciones del domingo. Esas mismas provincias que en 2017 depositaron la confianza en legisladores para que desde el Congreso Nacional promovieran las actividades productivas provinciales, se vieron envueltos en cuestiones coyunturales y lograron muy poco con bajísima actividad legislativa.
En cada una de las provincias viven miles y miles de ciudadanos que trabajan en actividades productivas y directa o indirectamente dependen de la agroindustria. Esos trabajadores rurales e industriales sufren, al igual que todos, los embates, desaciertos y errores cometidos por la gestión del presidente Macri.
La falta de carácter para encarar una necesaria reforma tributaria, el ahorcamiento financiero, la inflación, las elevadas tasas de interés y los costos cada vez más altos para producir condenaron al oficialismo a una pesadilla de la que hoy todavía no puede despertar. Estas provincias sufren problemas específicos de su actividad o su región, como el mal clima o la caída de precios, pero también padecen los puntos flojos de la economía argentina en general, antes mencionados.
El noreste le quitó el apoyo a Macri porque evidentemente los esfuerzos no alcanzaron para mitigar el desastre que provocó la inundación que sufrió la zona, en la que se perdió la última campaña y la pobreza siguió en aumento.
En Córdoba, principal zona productiva agrícola y sumamente eficiente en maní, se sufren los problemas estructurales de la economía argentina. La provincia es la más importante en materia agrícola y si bien sostuvo a Juntos por el Cambio, muchos retiraron el apoyo que oportunamente brindaron y el acompañamiento fue menor al esperado.
Entre Ríos, que supo ser “amarilla” en 2017 hoy apoyó al Frente de Todos. Los productores arroceros y los citrícolas afrontan suba de costos, mal clima y falta de financiamiento. La citricultura está en emergencia y la reducción de los reintegros más las retenciones le quitan competitividad a esta producción, por eso apuestan a la renovación.
Río Negro, la provincia del vicepresidente de Juntos por el Cambio, tiene un problema de larga data con la producción de peras y manzanas: tiene declarada la emergencia económica, una elevada carga impositiva y quita de reintegrosque provoca salida de productores del negocio e industriales colapsados por la presión fiscal.
Mendoza supo ser un ejemplo de reconversión y un bastión radical. Sin embargo, cambió el amarillo por el celeste y el Frente de Todos se impuso. Seguramente, tendrán que ver muchísimo la suba de costos internos que los industriales no pueden trasladar a precios en la actividad vitivinícola.
Estas son sólo algunas de las regiones que le quitaron el apoyo a Macri. Ya situándonos en la Pampa Húmeda, con agricultores y ganaderos que más allá de un desencanto marcado por el rumbo de la economía todavía apoyan a Macri, son miles los que piden y reclaman las reformas que el estado tiene que hacer para que una pyme sea viable en la Argentina y este gobierno no supo o no pudo encararlas.
Más aún, reinstaló la herramienta de recaudación más crítica y nociva para el campo, que son las retenciones a la exportación. Por eso el apoyo a María Eugenia Vidal fue esquivo y con altibajos en la provincia de Buenos Aires, porque muchos productores, industriales y empresarios bonaerenses también fueron víctimas de la política delineada en el ejecutivo nacional, que sólo atinó en un gesto casi insignificante, a otorgarle el rango de Ministerio al campo un día antes de inaugurar la Rural 2019.
LA MESA DE ENLACE
Antes de la elección, las entidades del agro se expresaron siempre apoyando al oficialismo, aunque marcando puntos débiles y necesidad de algunos cambios estructurales para que el interior productivo se ponga en marcha. Nadie quería mirar por el espejo retrovisor y sólo algunos pensaban que si Fernández ganaba, habría que sentarse y hablar para no repetir los errores del pasado.
Esos errores del pasado son los que mencioné en una nota periodística, también publicada en minutouno.com, donde el Frente de Todos reconoce culpas y propone no sólo sanar las heridas del pasado con el agro sino también pensar en una Argentina próspera y productiva con el campo como parte de un engranaje fundamental dentro del motor del desarrollo.
LOS PRÓXIMOS AÑOS DEL CAMPO
En el sector agropecuario hay muchas miradas, están los que no quieren saber absolutamente nada sobre los que ya fueron gobierno, quienes responsabilizan a Macri por no haber sabido sacar al país de la crisis y también están los que creen que se puso al agro dentro de la polarización y que eso le hizo mucho daño a la sociedad, a la mirada que hay sobre el sector y los productores.
Hoy la foto es compleja para el campo, porque está en un lugar en el que nadie quiere: es casi enemigo de la sociedad, es especulador, mata animales, destruye el medio ambiente, contamina y juega con el dólar. La realidad es que eso no es exactamente así: a priori el campo es generador de alimentos y de las divisas que entran al país aunque para explicar esto primero habrá que salir del pozo en el que esta la economía, poner paños fríos y resolver las cuestiones electorales.
Hay dos cosas a tener en cuenta: esperar a las elecciones generales de octubre y entender que el futuro presidente de la Argentina necesitará del apoyo de todos los sectores, y en particular del campo. No se podrá perder tiempo y de ambos lados tendrán que generar un acercamiento concreto para que cada una de las economías regionales se ponga de pie, se genere empleo y reactive la producción. Argentina tiene una oportunidad enorme si decide salir al mundo de una manera inteligente, sosteniendo el mercado interno y reconstruyendo el tejido social y productivo