Jonas Petterson: “Es tiempo de invertir en el yerbal”

Así lo aseguró el director por la Producción en el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). La zafra gruesa terminó y comienza un nuevo período, el de la regeneración del suelo y de la planta para una nueva cosecha. A partir de octubre y hasta abril inclusive, se dan las mejores condiciones ambientales para recuperar el cultivo.

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“Lograr productividad sustentable sólo es posible si los trabajos de cuidados de la planta y del suelo se realizan en el momento apropiado y oportuno”, agregó Nelson Dalcolmo, director también por el mismo sector en la institución yerbatera.

Con la mirada puesta en hacer más eficientes los yerbales y mejorar las condiciones de trabajo, el INYM tiene en marcha programas que facilitan el acceso a herramientas para tareas de limpieza de malezas y corte de ramas, y promueve la implantación de árboles para mitigar los efectos de las lluvias, de las altas temperaturas en verano y del viento, e incorporar materia orgánica al suelo, además de cubiertas verdes, buenas prácticas y recomendaciones técnicas de poda de la planta de yerba mate.

“El mensaje que queremos acercar es que una vez que termina la zafra gruesa es el momento de vincularse con el yerbal para recuperarlo si lo que queremos es que continúe dando hojas en cantidad y calidad”, dijo Petterson. “Cada productor sabe qué debe hacer para mejorar su plantación, pero también queremos decirle que puede recurrir al INYM para solicitar apoyo técnico que lo oriente y programas que están a su disposición”, agregó.

En ese contexto, el suelo es quizás el gran protagonista, fundamentalmente aquel suelo que presenta compactación y bajo nivel de materia orgánica y de nutrientes. Para comprender la situación, Dalcolmo recordó que “ la yerba mate es el cultivo colonizador en la tierra colorada, o sea tenemos más de 100 años de uso de la tierra, y además el relieve y el clima facilitan la erosión hídrica”. Por eso, continuó, “es importante mantener cubiertas verdes en el yerbal durante todo el año, ya que ayudan a mitigar el impacto de las fuertes lluvias y del sol, y otro recurso que hay que utilizar como aliado en la conservación es la biomasa que queda como residuo cuando hacemos cortes en la planta o de las malezas”.

“Es tiempo de invertir en el yerbal”

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Petterson señaló que de acuerdo a datos que socializan los técnicos, “en las zonas donde se inició el cultivo de yerba mate, estamos en el 50 por ciento del potencial de productividad; para que se entienda mejor: en estas condiciones se pierde una zafra por año, y eso se da por la degradación de los suelos y, claro, por cómo tratamos a la planta en la cosecha”. El cuadro revierte, enfatizó Dalcolmo, si “detenemos el escurrimiento del agua, haciendo que se infiltre en la tierra y no se lleve toneladas de tierra; si devolvemos fertilidad al suelo, y si seguimos capacitando a nuestros cosecheros en los distintos cortes de ramas y hojas, asegurando siempre que se mantenga en las plantaciones un 35 por ciento de hojas en cada cosecha”.

Para Petterson, “invertir en el yerbal para hacerlo más eficiente, a través de la recuperación del suelo y del agua, es trabajar con certidumbre y a largo plazo, lo que a su vez redunda en oportunidad de crecimiento y arraigo de los jóvenes en las chacras”.

Dalcolmo, por su parte, recalcó que “el conocimiento y la planificación son la base para obtener esa eficiencia y asegurar las próximas cosechas”, y en ese marco reiteró que “hay que observar y asegurar que en el yerbal estén dadas las condiciones para mantener sanas y vigorosas las plantas, algo que, dependiendo de la situación de cada plantación, se puede lograr con buenas prácticas en poco tiempo”.

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